Este es un block donde apunto cosas irrelevantes pero que por algún raro motivo es placentero hacerlo. Puede tener un grado de parentezco con esas ganas que uno tiene a veces de arrojar cosas a lugares desconocidos, sin pensar en los posibles daños. Vandalismo, le dicen.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Resumen de Derecho

Por primera vez me aboco a un fin educativo en este espacio.

Juan es mi nombre
Derecho mi apellido
te mando una foto
donde estoy algo resumido

miércoles, 22 de octubre de 2008

Cuento para sufrir

Se encontraba una señora, bastante anciana, frente a un abismo. Sentía algo que pocos podrán comprender. Como si hubiera llegado a una conclusión, dijo en un momento: “¡Pfff! (poniendo cara de pfff) … No somos nada (con cara de no ser nada).”

Justo andaba por la vuelta El Principito, sí, El Principito, el que todos conocemos. Se paseaba hablando con un zorro. Se sorprendió al ver a la señora, y al ver su rostro que chorreaba tristeza, tanto que se había formado un charco de ese mismo líquido. Algo lo llevó a acercarse a ella.

-Señora, ¿qué hace por estos lugares?
Dijo aquel cuyo nombre tiene un diminutivo.
-¿Podés tutearme? –respondió sobresaltada la otra.
-Bueno, voy a hacer el esfuerzo…
-Más te vale -interrumpió la señora.
-¿Puedo hablar sin que me interrumpas?
-Sí, disculpame, es un vicio que tengo, lo voy a controlar.
-Más te vale… ¿Qué hacés por acá?
-Acá, ando, tranqui. Reflexionando un poco, sobre cómo hay personas que están con más predisposición a la felicidad que otras.
-Me encantaría quedarme a conversar, pero estaba con mi amigo el zorro, y hace tiempo no nos vemos. Él tiene poco tiempo y si nos colgamos mucho con usted, luego sentiré pena de que pasó el rato y no conversé con él.
-Ah.... Bueno... No te preocupes, de todas formas, gracias por el “qué hacés”, me hace sentir más joven.
-De nada. Igual, recuerde que, lo esencial es invisible a los ojos.
-Gracias -dijo la señora, porque el anterior gracias era por todo lo anterior, las gracias dadas no duran hacia adelante.
-De nada.

El Principito se fue, pero la viejita no quedó sola, mediante una inesperada y tardía resurrección, apareció Gardel, a unos pocos metros de ella.

-¡Don Carlos! ¿Cómo anda?
-¿Podés tutearme? –increpó esta persona con sangre de presunto origen cosmopolita.
-¡Ah, sí! Perdón, perdór… Ehhh… ¿si digo "perdón" en lugar de "perdór" me entendés igual?
-Si ertierdo, ertierdo. Sólo me prohibieror prorurciar esas corsorartes, ro me prohibieror escucharlas.
-Muchas gracias, porque sabés que es un dilema bárbaro si te digo "perdór", el que escribe no va a saber si ponerle el tilde o no.
-Trarqui, ro te preocupes. ¿Er qué ardabas? -Le preguntó el mago.
-Acá al borde del abismo. Intentaba despejarme. ¿Querés sentarnos un rato? Ya me duelen las rodillas.
-Me ercartaría, pero me tergo que ir, dejé la fritura en el fuego y tergo que ir a grabar artes de que se me queme.

Pfffhffdoinadgoidngoiad (onomatopeya de desaparición instantánea).

Así terminó la conversación entre la inquieta señora y el famoso cartarte, perdón, cantante. Está claro que es mentira lo de la sartén en el fuego, a Gardel no le iba la farándula. Ya sabía que la señora le iba preguntar cosas como su verdadero lugar de nacimiento, o por qué, si es verdad que nació en Uruguay, hizo tremendo tango que se llama “Mi Buenos Aires querido”, o por qué, si nació en Tacuarembó, tiene una canción que se llama “Heroico Paysandú”, y todas esas inquietudes que nos preguntamos de dos a cinco veces diarias.

La señora, parece que, al igual que ustedes, se aburrió de soportar este horrible relato, y ahora se está dando media vuelta y está desapareciendo de mi cuento que todavía no pude terminar de escribir. Como si se hubiera caído al abismo, salvando la diferencia que en este momento estoy inventando que se va caminando en el otro sentido con su andar lento, hacia algún lugar, que supongo yo, debe ser su casa, ¿a dónde podría ir esa señora si no?